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martes, 14 de mayo de 2013

UNA HIPÓTESIS SOBRE LA PREVENCIÓN DEL MELANOMA ( I )


ADVERTENCIA



Estos comentarios cuentan unas anécdotas personales y plantean unas hipótesis que no han sido aún demostradas. Por tanto ningún tratamiento se debe basar en ellas.

Aunque se trata de alimentos, éstos podrían ser peligrosos si se toman en exceso, o tener interacciones importantes con medicamentos y constituir un riesgo para la salud.

Cualquier problema de salud debe consultarse con el médico.




PREÁMBULO


A finales de 2010 empezamos a escribir la primera parte de estos comentarios con la intención de publicarla independientemente. Estamos en 2013 y hemos decidido publicar el trabajo completo. Por distintas razones, entre ellas comodidad y porque refleja nuestra trayectoria, mantenemos la primera parte con muy pequeñas variaciones, con el añadido de algunas notas a pie de página y algunas fotos.

Desde marzo de 2010 hemos estado mandando correos electrónicos a varios científicos y organismos, la mayoría relacionados con el cáncer. Solo recibimos contestación de una nutricionista y de la AECC (Asociación Española Contra el Cáncer) que nos remitió a la AEDV que no nos contestó.

En el año 2013 recibimos también una amable contestación de una sociedad de investigación oncológica pero que no se dedicaba a investigar el melanoma.

Aunque el argumento de autoridad no es válido en ciencia y, en nuestro caso, ni siquiera había argumento sino silencio, la falta de respuesta por parte de los expertos nos creó una gran inseguridad.

¿Era tan absurdo lo que planteábamos que ni siquiera merecía una respuesta? ¿No nos creían? Esto lo veíamos más razonable. A nosotros también nos hubiera costado creerlo si no lo hubiéramos experimentado.

En nuestros correos comentábamos simplemente lo que nos había sucedido en febrero de 2003: la desaparición de la mayoría de nuestros lunares debido probablemente a la alimentación, unida o no, a la dermatitis.

Algo que para nosotros era extraordinario y merecedor de una investigación más profunda, no despertaba en los expertos la mínima curiosidad. Esto nos dejaba perplejos y nos atormentaba.

Se da por hecho que un experto es la persona más capacitada para valorar algo relacionado con su especialidad. Sin embargo, si repasamos la historia de los descubrimientos, esto no parece ser así. Al comienzo de la primera parte ponemos un ejemplo con el descubrimiento de la penicilina.

Sospechamos que la historia no es justa y refleja menos la valoración correcta de los expertos que no condujo a ningún descubrimiento, que los fallos en la apreciación de algo que acabó resultando importante. De cualquier forma, la opinión del experto no es infalible. Si algo contradice lo establecido, o parece raro o increíble, es difícil aceptarlo, quizás más para el experto.

Dice Dosne Pasqualini en “Visión retrospectiva de la inmunidad tumoral”:

Se ha descrito a la ciencia como conservadora por paradójico que parezca.
La historia de la investigación -incluyendo el cáncer- se desarrolla en una similar tricotomía: observación de lo nuevo; rechazo por “demasiado” nuevo, aceptación hasta convertirse en dogma o paradigma según la terminología aceptada por Khun.

Es lo que creemos ocurre en nuestro caso.

El paradigma hasta hace poco era:

-Los alimentos no se comportan como fármacos, ni curan enfermedades (exceptuando, por supuesto, las enfermedades carenciales como anemia, escorbuto, pelagra, beriberi, raquitismo, xeroftalmía, bocio, etc.) .

-Los nutrientes actúan a nivel sistémico.

Un ejemplo lo tenemos en la siguiente frase del gran nutricionista Arnold Bender en su libro Salud o fraude: “En realidad, todos los alimentos siguen el mismo proceso de digestión y absorción y no tienen ningún efecto particular en ninguna parte determinada del organismo”.

-Los lunares a veces pueden desaparecer, pero siempre de manera puntual y en un periodo largo de tiempo.

- Hasta los “halo nevi”, que pueden desaparecer de una forma generalizada, se cree que debido a una reacción inmunológica, tardan meses o años en desaparecer.

Sin embargo, las ideas admitidas sobre los alimentos están comenzando a cambiar. La epigenética está empezando a demostrar que los alimentos pueden actuar sobre la expresión y transcripción de los genes. Por ejemplo:
-Pueden provocar o impedir la apoptosis celular.
-Activar o desactivar genes supresores de tumores.
-Aumenta o disminuir los efectos de la quimioterapia.  

En los alimentos, además de los nutrientes que proporcionan energía y sustancias necesarias para el crecimiento, reparación, mantenimiento, hay multitud de sustancias cuya acción no es suficientemente conocida. Un ejemplo destacado lo tenemos en los fitoquímicos vegetales. Cada vez se encuentran más relaciones entre estos compuestos y las enfermedades.

En los alimentos hay sustancias que tienen afinidades específicas por determinadas moléculas o estructuras corporales, o se acumulan en gran cantidad en un órgano determinado o se encuentran en exclusividad en dicho órgano.

En noviembre de 2011 asistimos a una conferencia en el CNIO “Conferencia divulgativa sobre el envejecimiento y el cáncer”. Aparte del interés de la conferencia, lo más importante para nosotros fue el enterarnos de la existencia del blog del conferenciante Manuel Collado: ”Fuente de la eterna juventud”. A partir de este, nos adentramos en los blogs de ciencia, medtempus, sonicando, amazings etc., y descubrimos un mundo nuevo.

De pronto, el mundo científico, cerrado, gremial, inaccesible, oscuro, sordo y mudo estaba patas arriba. Se había vuelto abierto, democrático, accesible, claro, divulgador. Escuchaba, debatía, explicaba y respondía.

Es una de las cosas buenas que tiene internet, ha democratizado el conocimiento. Por ejemplo: uno de los logros matemáticos modernos, la resolución de la paradoja de Poincaré no se ha publicado en una revista científica de renombre sino en internet, por el matemático ruso Grigori Perelmán. Y no creemos que por eso haya alguien que la considere menos importante.

A lo largo del tiempo nuestras dudas e inseguridades han sufrido una especie de catarsis y se han convertido en seguridades. Antes nos preguntábamos: ¿tendrán ellos razón (al considerar tan insignificante lo que contábamos como para no dignarse contestar) o la tendremos nosotros? Ahora nos contestamos: sí, la tenemos. ¿Cómo no va a ser importante el que unos tumores precancerosos (los lunares) desaparezcan en poco tiempo ?

Después de mucho tiempo de calentamiento de tarro, por fin nuestro alambique ha destilado algunos pensamientos algo más claros:

-Uno piensa que nuestra época es diferente, pero los prejuicios existen de igual forma que en épocas anteriores.

Veamos un  ejemplo  antiguo:

Ignaz Semmelweis empezó a trabajar de obstetra en la maternidad del Hospital General de Viena en el mes de julio de 1846 bajo el mando del profesor Klein. La maternidad estaba dividida en dos salas, la sala primera en que las parturientas eran atendidas por estudiantes y médicos y la sala segunda en que las mujeres eran atendidas por comadronas. En la sala primera el número de muertes era muy superior al de la segunda. En los seis años de 1841 a 1846 el número de muertes fue aproximadamente el triple de media (9.92% frente a 3.38%). En realidad, el número de muertes en la sala primera era superior, ya que no se contabilizaban las enfermas graves que pasaban al hospital.

Semmelweis, apesadumbrado, trataba de resolver el enigma. “La falta de respeto que los trabajadores mostraban al personal de la primera clínica me hacía sentir tan desdichado que la vida parecía carecer de valor por momentos. Todo era dudoso, todo parecía inexplicable; todo era incierto, la única realidad incuestionable era el gran numero de muertes”, cuenta en “Etiología, concepto y profilaxis de la fiebre puerperal” escrito en 1861.

Tratando de buscar la causa sometió a prueba distintas hipótesis y las fue descartando. Aunque sin estar convencido de que sirviera de algo, ordenó que los partos se realizaran en posición lateral como se hacía en la sala segunda, en lugar de en posición supina. 

Algunos atribuían la mayor mortalidad en la primera sala a la angustia que producía en las parturientas el paso nocturno del sacerdote que atendía a las enfermas, precedido del acólito tocando la campanilla. En la segunda sala el sacerdote entraba directamente a la enfermería, mientras que en la primera tenía que atravesar un pasillo (en compañía del acólito que tocaba la campanilla) y era visto y oído por las parturientas. Semmelweis consiguió que diera un rodeo  para acceder a las enfermas y que lo hiciera en silencio. Esta hipótesis también fue descartada.

Otros pensaban que la mayor mortandad era debida a los daños provocados por los exámenes realizados por estudiantes inexpertos. Semmelweis también comprobó que esta no era la causa.

Poco a poco fue atando cabos, pero cuando por fin vio claro fue cuando en marzo de 1847, al volver de un viaje a Venecia se enteró  de que el profesor Koletschka había muerto. Un estudiante le había herido con un escalpelo durante la disección del cadáver de una mujer que había muerto de fiebre puerperal. Semmelweis se dio cuenta que el profesor Koletschka había presentado síntomas semejantes a  los de las mujeres que morían de fiebre puerperal.  Dedujo que algo pasaba de las manos de los estudiantes (él lo llamó partículas cadavéricas) a las parturientas al ser examinadas por los estudiantes. Ordenó lavados de manos con agua de cloro y posteriormente debido a su coste, lavados con agua clorada de cal. Desde el principio contó con gran oposición por parte del estamento medico. ¡Y eso que no les pidió ducha y raspado con guante de arpillera!























Del profesor de dermatología Hebra (que sí apoyaba a Semmelweis) son estas palabras: "Cuando se haga la historia de los errores humanos se encontrarán difícilmente ejemplos de esta clase y provocará asombro que hombres tan competentes, tan especializados, pudiesen en su propia ciencia ser tan ciegos, tan estúpidos".

Los lavados empezaron en mayo de 1847. A partir del siguiente mes las muertes disminuyeron hasta hacerse similares a las de la sala segunda e incluso inferiores. Ante estos hechos esperaba el entusiasmo y el apoyo de los médicos, pero ocurrió todo lo contrario. ¿Cuales pudieron ser los motivos? Nosotros creemos que los prejuicios y las ideas preconcebidas. 

Semmelweis pensaba que los médicos, y él en especial, habían sido las causas de muchas muertes. Sin embargo, los médicos cuya función era curar, no entendían que pudieran ser ellos los causantes de las muertes.

Aunque en el siglo XVII Leeuwenhoeck había observado los microbios, Pasteur aún no había propuesto la teoría infecciosa de las enfermedades y Koch no descubrió hasta 1876 que el carbunco era provocado por un microbio. La infección por contacto no se concebía. En 1843 Oliver Wendell Holmes en Estados Unidos, había propuesto en un artículo, que los cirujanos se cambiaran de ropa y no atendieran enfermos hasta 24 horas después de una autopsia, pero no se le prestó atención.

En marzo de 1849 terminó el contrato de Semmelweis. En octubre de 1950 fue de nuevo admitido como docente de obtetricia pero sin acceso a los cadáveres. Pocos días después Semmelweis dejó Viena y se marchó a Pest, al hospital Rochas donde sus métodos enseguida dieron resultado.

En Viena el doctor Klein eliminó rápidamente el lavado de manos e hizo reformas de ventilación con lo que las muertes volvieron a aumentar. ¿Es que estaban ciegos y no veían los hechos?

En Pest, Semmelweis se dedicó a la docencia en la universidad y dejó el hospital. A partir de entonces se eliminó el lavado de manos y las muertes volvieron a aumentar.

Veamos dos ejemplos modernos:

Por alguna razón, que desconocemos, se suele desconfiar de las soluciones simples. Otro ejemplo lo tenemos en el litio para el trastorno bipolar. Cuenta Jean Thuillier en “El nuevo rostro de la locura”, en referencia al psiquiatra Mogens Schou: “Se convertía en algo casi ridículo: Desde 1955, en todos los congresos, seminarios, reuniones terapéuticas, que agrupaban a psiquiatras para hablar de nuevas quimioterapias de la psicosis, se veía en un momento dado levantarse a un joven médico rubio, que, con aspecto sosegado y tranquilo, venía a hablar del litio. A veces, cuando se le aceptaba, presentaba un informe donde daba cuenta de sus resultados, pero casi siempre intervenía solamente en la discusión porque se le negaba repetir lo que se pensaba que era únicamente palabrería que el convertía en obsesión”

Lo que él proponía para tratar la psicosis maníaco depresiva o trastorno bipolar no era una novedad. En 1941 Jhon Cade había utilizado las sales de litio y al cabo del año había reunido 50 observaciones de excitaciones maníacas curadas con carbonato de litio. Publicó su descubrimiento “Sales de litio en el tratamiento de la agitación psicótica” en 1949 en la revista Medical Journal of Autralia.

Una muerte accidental, el escaso interés de las farmacéuticas debido a que el litio era un mineral que no se podía patentar y otras circunstancias, lo hicieron caer en el olvido.

¿Por qué no hacían caso a Mogens Schou? Posiblemente, por la sencillez de su propuesta. ¿Cómo un simple metal alcalino iba a tener tantos efectos como regulador del humor? Al final, gracias a su insistencia, el litio fue reconocido en los años 60 y autorizado en los 70 en Estados Unidos.

El litio tiene un problema que ya lo conocía Schou. Si no se administra lo suficiente, no tiene ningún efecto, si se suministra mucho, puede haber graves complicaciones, incluso mortales.

Esto nos hace pensar si los efectos que contamos en la tercera parte de estos comentarios puedan ser debidos a alguna sustancia que necesite una dosis exacta.

Ya más cercano a nosotros tenemos el caso de Robin Warren y Barry Marshall. Decía Robin Warren: Desde los primeros días de la bacteriología médica, más de cien años atrás, se enseñó que las bacterias no crecen en el estómago. Cuando yo era estudiante, esto se consideraba tan obvio que apenas hacía falta mencionarlo. Era un “hecho conocido”, así como “todo el mundo sabe que la Tierra es plana”.

En 1998 Barry Marshall comentó que "todo el mundo estaba en mi contra, pero yo sabía que estaba en lo cierto". 

Atwood dice que la teoría de Warren y Marshall fue recibida con escepticismo lógico por parte de la comunidad científica y que la idea del rechazo por parte de la comunidad científica es un mito.  

Dada mi experiencia, me inclino por lo que dijo Marshall. Una cosa es el escepticismo y otra el ninguneo. 


-El que descubre algo, no tiene obligatoriamente que demostrarlo, tiene que contarlo.

Se suele decir que el que afirma algo tiene que demostrarlo. "A afirmaciones extraordinarias, pruebas extraordinarias" decía Carl Sagán. Una doctora a la que admiramos, y que tuvo la deferencia de leer la primera parte de estos comentarios nos comentó: "No puedes pretender que te crean si no aportas pruebas. A afirmaciones extraordinarias, pruebas extraordinarias ".

Creo que eso sería correcto si se aplicara a alguien que afirmara curar el cáncer con alimentos raros o hediondos y con rituales mágicos como por ejemplo el siguiente brebaje: cocer en una olla una pezuña de cabra virgen, añadir un ojo de cangrejo bizco, unas ralladuras de colmillo izquierdo de jabalí cojo y la lengua bífida de una víbora cornuda. Sazonar con unas gotas de hiel, dejad reposar y dar tres gotas cada día de luna llena.

Pero nosotros solo afirmamos con seguridad una cosa: que en el año 2003 nos desaparecieron la mayor parte de nuestros lunares. Además creemos:

-Que es muy importante lo que nos sucedió.

-Que sabemos bastante bien el modo de vida que llevábamos y los alimentos que tomábamos.

-Que tenemos indicios bastante fundados para pensar qué alimentos nos provocaban esos efectos.

-Que quizás el efecto vaya unido a la alergia.

-Y que, probablemente, podría utilizarse para prevenir el melanoma.

Estamos de acuerdo en que, a afirmaciones extraordinarias pruebas extraordinarias, pero que estas las realicen los organismos competentes y con capacidad y dinero para hacerlo.

La doctora me había preguntado si había sacado fotos, cosa que no había hecho. Pero eso es un hecho accesorio que puede ayudar a la credibilidad, pero no a lo esencial del asunto. 

Creo que sería fácil hacer comprobaciones sobre la veracidad de mis afirmaciones por otros medios.

El que ha experimentado algo y lo cuenta no creo que tenga que demostrar nada. Puede que esté equivocado y haya sufrido alucinaciones. Pero también puede que lo que ha experimentado sea cierto. Demostrar algo de manera científica actualmente solo está al alcance de algunos organismos.

Otra observación que nos hizo fue: “Tú no eres médico y puede que interpretaras mal lo que veías”.

Puede, pero también puede que sí lo haya interpretado bien. El melanoma es lo suficiente importante y terrible para que merezca la pena averiguar cuál de las dos posibilidades se cumple. Sobre todo cuando esto no es difícil.

Me hizo un tercer comentario: “Sería demasiado bonito para ser verdad”.

Esta frase, de uso frecuente, indica una prevención hacia las buenas noticias, pero no tiene nada que ver con los hechos ni con su veracidad.

Desconocemos el alcance de nuestro descubrimiento. Puede que sea de aplicación universal o puede que solo sea de utilidad a ciertas personas, pero de cualquier forma su veracidad no depende de su importancia.

Veamos un ejemplo que también debió de parecer muy bonito para ser verdad y sin embargo lo era. Se cuenta que Edward Jenner oyó a una ordeñadora de vacas comentar: “Yo no padeceré la viruela porque ya he pasado la vacuna”.

Las vacas padecían una enfermedad leve que se manifestaba con pústulas en las ubres y durante la cual daban menos leche. Las personas que ordeñaban las vacas o manipulaban los cubos podían contagiarse de la viruela vacuna (en inglés cow pox), cuyos síntomas eran mucho más leves que los de la viruela humana. Los granjeros del condado de Gloucester sabían que si alguien se había contaminado con la viruela vacuna no sufría después la mortífera enfermedad de la viruela humana.

Edward Jenner probablemente pensó que los campesinos tenían muchas supersticiones y creencias falsas, pero que también tenían sentido común y sabían observar. Seguramente también sabía que las supersticiones no eran exclusivas de los granjeros. Quizás había leído a Avicena y se había enterado del “tratamiento rojo” para la viruela, una superstición de los médicos que creían que el color rojo favorecía la curación de la viruela. Todavía en 1314 en Inglaterra, el hijo de Eduardo II enfermó de viruela y como parte de su tratamiento se utilizaron sábanas rojas y cortinajes rojos alrededor de su cama. Tal vez se dio cuenta de que todas las ordeñadoras que le comentaban que habían cogido la viruela tenían el cutis liso, sin las terribles marcas de la viruela.

Él practicaba la variolización. Esta técnica la había introducido en Inglaterra en 1721 lady Mary Wortly Montagu, esposa del embajador británico en Turquía, donde era una práctica habitual. La variolización que se practicaba en Turquía consistía en hacer una escarificación en el cuerpo (normalmente en el brazo) con una aguja u otro instrumento e inocular en la herida materia procedente de las pústulas de una persona que hubiera padecido la viruela (del latín variola).

Jenner comprobó que había personas que al variolizarlas no cogían la viruela. Averiguó que siempre era gente que había padecido la viruela de las vacas anteriormente o la viruela humana. No había duda de que era cierto lo que le contaban las personas que habían padecido la viruela vacuna, porque el lugar donde vivía era relativamente pequeño y muchas personas se conocían y podían corroborarlo.

Jenner utilizó la secreción de las pústulas de la ordeñadora Sarah Nelms, que estaba infectada de viruela vacuna, que le había contagiado su vaca Blossom, y se la inoculó en los dos brazos al hijo de sus jardineros, James Phipps, de ocho años, que nunca antes había tenido viruela. Esto lo realizó el día 14 de mayo de 1796 y el uno de julio lo variolizó con secreción extraída directamente de una pústula de viruela. El niño no desarrolló la viruela. Posteriormente lo volvió a variolizar con el mismo resultado.

En 1797 escribió un informe contando este y otros experimentos a la Royal Society que lo rechazó con las siguientes palabras: "No debe arriesgar su reputación presentando a la audiencia de la corporación nada que aparezca tan contrario a los conocimientos establecidos y además tan increíble". Y eso que Jenner era “fellow” de esa institución y amigo de su presidente Joseph Banks. Antes que él, en 1765, su colega y amigo, John Fewster había leído un informe “Cow post and its ability to prevent smallpox" en la London Medical Society. Este informe nunca se publicó. Habían pasado 32 años desde este informe pero aún no se había enterado la Royal Society.

Jenner siguió haciendo experimentos y en 1798 publicó por su cuenta un libro  "An inquire into de causes and effects of de variolae vaccinae ..." en que contaba sus experimentos y exponía su teoría.




Es sorprendente que uno de los ataques que recibió Jenner era que se pensaba que las personas que recibían la viruela vacuna iban a desarrollar rasgos y órganos bovinos. ¿En que se basaban? ¿Por qué no escuchaban a las ordeñadoras que habían tenido la vacuna? ¿Es que no veían que no tenían cuernos ni pezuñas?

Aunque se considera normalmente a Jenner como el descubridor de la vacuna contra la viruela, él realmente no fue el primero. Aunque sí fue el primero que publicó sus experimentos sobre ella, convenció de su utilidad, la defendió y la practicó.

El que hizo la primera inoculación con viruela vacuna (que se sepa), fue el granjero Benjamín Jesti. Este tenía dos ordeñadoras que se habían contaminado con la viruela de las vacas y que posteriormente habían cuidado de familiares afectados de viruela humana sin padecerla. Él también había tenido la viruela vacuna. Además era algo bien sabido que la persona que pasaba la vacuna no tenía la viruela.

En el año 1774 había una epidemia de viruela y ante la amenaza, Benjamin Jesti, tomó a su mujer Elisabeth y a sus dos hijos, Robert y Benjamín, de tres y cuatro años,  y los llevó a una granja cercana que tenía vacas infectadas de viruela vacuna. Allí con la aguja de su mujer extrajo secreción de las pústulas de una vaca enferma y se las inoculó en los brazos a su mujer y a sus hijos por medio de escarificaciones.

Si queremos ser precisos,
la primera vacuna es la variolización y los que la descubrieron son desconocidos, sean estos indios, chinos, africanos o de otro sitio. La vacuna en su sentido actual es un procedimiento que confiere protección (inmunidad) a un organismo contra alguna enfermedad infecciosa.

Lo ideal es que la protección sea total, aunque no siempre lo es. En el caso de la variolización las muertes eran alrededor de un 2%. O sea, una protección del 98%.

Voltaire decía que en su época se infectaba de viruela un 60% y morían un 20% de los infectados.

La viruela se presenta en dos formas: Variola major y Variola minor, que corresponden a dos cepas del mismo virus. La viruela mayor es la mas mortífera (alrededor del 30%), mientras que en la viruela menor la tasa de muertes está alrededor del 2%.

Los antiguos conocían perfectamente las diferencias entre viruela mayor y menor y las costras las obtenían de los que padecían esta última. Generalmente las obtenían de personas ya inoculadas.

A continuación reproducimos un párrafo de un estudio sobre trasplante de viruela publicado por Zhang Yan en el año 1741 y copiado del artículo "Inmunidad" de Robert Temple.

"Método para guardar el material. Envuélvanse las costras en papel y métanse en un frasquito, que se tapará con cuidado para que no pierdan fuerza. El frasco no debe exponerse a la luz del sol ni recibir el calor del fuego. Lo mejor es llevarlo en el cuerpo durante algún tiempo para que las costras se sequen lentamente y de forma natural. En el frasco se colocará una etiqueta que indique claramente la fecha en que las costras fueron extraídas al paciente”.

"En invierno este material posee una fuerza yang, gracias a la cual permanece activo incluso al cabo de treinta o cuarenta días. Pero en verano la fuerza yang se perderá en unos veinte días. El mejor material es el que no lleva demasiado tiempo guardado, pues cuando la fuerza yang es abundante, produce reacción en nueve de cada diez personas; pero a medida que envejece va perdiendo su actividad y, por último, no funcionará".

Needham comenta como sigue este y otros párrafos semejantes: "Por tanto, el sistema consistía en mantener la muestra para la inoculación durante un mes o más a la temperatura del cuerpo (37°) o menos, lo que tenía el efecto de desactivar por medio del calor el 80 por ciento de las partículas de los virus vivos; pero como la proteína muerta no desaparece había que aplicar un fuerte estímulo para fomentar la producción de interferón y la formación de anticuerpos cuando se llevaba a cabo la inoculación".

O sea, una auténtica vacuna.

-Todas las hipótesis no son iguales

Esta es una afirmación que no acabamos de ver clara y no sabemos analizarla bien pero creemos que es cierta.

El método científico parte de hipótesis que trata de demostrar. Hasta que esa hipótesis no se ha comprobado sigue siendo una hipótesis, y desde este punto de vista una hipótesis no tiene ningún valor hasta que no se demuestra.

Pero pensemos en el caso anterior. Había un hecho que era vox populi, los que contraían la viruela vacuna no se enfermaban de viruela humana. Era un hecho experimentado por muchas personas. El único problema era la credibilidad. ¿Se podía dar crédito a lo que decían? Jenner había intentado variolizar a algunas personas sin resultado y éstas le habían dicho que habían padecido la viruela vacuna. Jenner hizo el experimento que se considera crucial inoculando la vacuna a un niño y comprobando que al variolizarlo después no cogía la viruela. Pero esto mismo (con la diferencia de que la secreción de vacuna la tomó directamente de las pústulas mamarias de una vaca) fue lo que hizo el granjero Benjamín Jesti con su mujer y sus dos hijos. Estos posteriormente no cogieron la viruela cuando hubo una epidemia, ni los hijos cuando los variolizaron. ¿Por qué tendría más valor lo que hizo Jenner? ¿Por su credibilidad ?

Para nosotros la hipótesis de que partió Jenner eran hechos experimentados por personas, y diferentes a las hipótesis que solo se basan en una idea.

No es lo mismo dar palos de ciego que partir de hechos. En nuestro caso puede que hayamos tomado los molinos por gigantes. Quizás vimos lunares donde no los había. Pudimos sufrir alucinaciones y ver que desaparecían, y también ¿por qué no? podemos estar locos. Todo esto creemos que se puede aplicar a cualquier investigador o descubrimiento. Por eso se exige la repetición y verificación de resultados por varias personas y organismos.

En el caso de la viruela vacuna había unos hechos que contaban los granjeros. Solo había que comprobar dos cosas: que no mentían, y que no se engañaban a si mismos e interpretaban mal los hechos. No parecía probable que mintieran. En general la gente dice la verdad. La gente a veces interpreta mal las cosas, pero cuando son sencillas las suele interpretar bien. Finalmente quedaba hacer el experimento científico.

Un hecho bastante sorprendente es que en 1939 Allan Downie examinó el virus de la vacuna pensando que era el Cowpox virus y resultó que era un virus distinto, al que se denominó Vaccinia virus.

No se sabe de dónde procede. Menos mal que era igual de efectivo que el Cowpox virus. ¿Quién lo cambió? ¿Tenían las vacas dos tipos de viruela? ¿Procedía de los caballos?  Jenner pensaba que una enfermedad de los cascos de los caballos se pasaba por los que cuidaban de estos a las vacas, y en estas se transformaba dando lugar a la viruela vacuna.

Los prejuicios y el ninguneo yugulan los descubrimientos

Cualquier reo tiene derecho a la presunción de inocencia, pero en el mundo científico te condenan sin juicio, sobre todo si no perteneces oficialmente a su gremio. En general se piensa que si alguien cuenta algo que aparece increíble es que la persona que lo cuenta es un mentiroso, o un embaucador que trata de prosperar a cuenta de la ignorancia o credulidad ajena, o que es una persona sin escrúpulos, etc. Muchas veces puede ser así, pero otras veces no. Pasa un poco como en internet donde todo esta mezclado lo correcto con lo que no lo es.

Hay que separar el grano de la paja, pero si pensamos que todo es paja nos perdemos el grano.

Actualmente el mundo de la investigación científica está muy especializado, pero los problemas se pueden abordar desde distintos enfoques y una de ellos es el nutritivo y la observación personal. Como ejemplo de esto último tenemos los escándalos de muchos medicamentos, que habían tenido una investigación exhaustiva y que las observaciones de enfermos y médicos demostraron sus efectos letales.

Nos enteramos que Nature publica solo el 5 % de lo que recibe. Ni siquiera lo íbamos a intentar. Lo más fácil para nosotros era escribir un libro. Hacía poco habíamos leído en un blog de medicina que siempre quedaba la opción de escribir un libro para defender una magufada. Irónicamente no veíamos otra opción mejor.

Al final nos ha salido una especie de quimera en la que entreveramos la historia científica con la anécdota personal y el ensayo, además de digresiones varias. Así, si nuestros hallazgos e hipótesis no son válidos, al menos esperamos que la lectura de este trabajo no resulte demasiado aburrida.

El estudio se compone de tres partes:

Una primera, en que hacemos algunas reflexiones sobre los científicos y las vicisitudes de los descubrimientos, poniendo como ejemplo el descubrimiento de la penicilina. También contamos nuestro hallazgo. 

Una segunda, en que comentamos algunas cosas curiosas sobre alimentos, analizamos los alimentos que comíamos en el año 2003 e intentamos averiguar los que nos produjeron los efectos.

Y, una tercera, en que contamos unas observaciones sorprendentes en relación con la ansiedad y la depresión y la toma de los mismos alimentos sospechosos de producir la desaparición de los lunares. Hacemos un análisis histórico del melanoma y realizamos una reflexión final. 

Esperamos que estos comentarios den pie a una investigación más profunda. Dejamos el traje hilvanado, esperamos que alguien lo remate.

No queremos que se cumpla la frase de Ramón y Cajal: “Cuántos hechos interesantes dejan de ser convertidos en descubrimientos fértiles debido a que sus primeros observadores los consideran hechos ordinarios y naturales”.

Empleamos el plural, porque cuando estudiamos Nutrición y Dietética en la UNED nos recomendaban emplear el plural en los trabajos, y hemos seguido con la costumbre. De los aciertos o fallos yo soy el único responsable. 



4 comentarios:

  1. Hola, Julián,

    La introducción es excelente: redacción exquisita, explicaciones llenas de sentido común y aseveraciones con las que estoy completamente de acuerdo.

    Espero que me avises cuando el libro se publique. Le daré toda la publicidad que pueda (mínima para un blog que lleva poco tiempo, como es mi caso, pero algo es algo)

    Y, por supuesto, tengo mucha curiosidad en leerlo. Yo también espero poder escribir uno algún día.

    Un abrazo

    Alfonso

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  2. Gracias, Alfonso. Se nota que me aprecias. Mi idea era publicarlo en un libro, pero he cambiado de idea y de momento voy a publicar en mi blog la primera parte y posiblemente la segunda y tercera. Depende un poco del interés que despierte. Al publicarlo en el blog puedo añadir fotos y enlaces de una forma más sencilla. Creo que el publicar en un blog también te da unos derechos de autor. Ya estaba impaciente por publicarlo. Va a hacer diez años desde que me ocurrió y creo que ya he esperado bastante . Espero que resulte tan importante como yo pienso y deseo . Sobre todo tengo esperanzas en que las personas con melanoma se interesen y se consiga que se hagan los estudios pertinentes.
    Un abrazo, Julián

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  3. Gran trabajo. Muchas gracias!
    Cuando podremos leerlo. Tengo un famimiar joven con melanoma y me seria de mucha ayuda.
    Gracias

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  4. Gracias. Publicaré un post cada tres o cuatro días. Todavía no lo tengo terminado. Lo que no quiero es darte falsas esperanzas. Yo cuento algo que a mi me ha pasado y que pienso que se debería estudiar más a fondo . A mí me ha pasado con los lunares que tenía, que la mayoría me desaparecieron. Los lunares son tumores benignos que ha veces se malignizan y pueden dar lugar a un melanoma. Los lunares tienen mutaciones,(cambios en su ADN). Los melanomas tienen más mutaciones y peores. Mi idea es que si algo hace desaparecer los lunares, impedirá que se desarrolle el melanoma. En mi caso ocurrieron dos circunstancias: que tenía dermatitis atópica y que tomaba unos alimentos de forma habitual y en mayor cantidad que lo que es corriente. Creo saber cuales son, pero en estas cosas no se puede afirmar con seguridad hasta que la ciencia lo compruebe. Tampoco sé si en un melanoma puedan tener alguna influencia. Si tiene un oncólogo comprensivo, consultárselo y que hable conmigo.
    Siento lo de tu familiar.Si lo han pillado a tiempo no tendrá ningún problema.
    Un abrazo, Julián

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