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domingo, 19 de mayo de 2013

UNA HIPÓTESIS SOBRE LA PREVENCIÓN DEL MELANOMA ( IV )

La frambuesa negra previene el cáncer de esófago






Frambuesas


Aunque los alimentos con probable efecto en la desaparición de los lunares los analizamos en la segunda parte, hacemos una excepción con las frambuesas, como ejemplo y porque un artículo publicado el mes de noviembre de 2010 en Cáncer Prevention Research: “ Black raspberries inhibit intestinal tumorigenesis in apc 1638+/- and muc 2 -/- Mouse models of colonrectal cáncer”, de Xiuli B. y otros, reafirma nuestra convicción de que estamos en el camino correcto. Se hicieron pruebas en ratones apc 1638 y muc 2, a los que se había desactivado un gen que conducía a que los ratones desarrollaran tumores intestinales o colitis, respectivamente.

Ambas variedades de ratón tomaban una dieta al estilo occidental de riesgo elevado, alta en grasas y baja en calcio y vitamina D o la misma dieta con un 10% de polvos liofilizados de frambuesa negra. Al cabo de 12 semanas los investigadores descubrieron que el suplemento con frambuesa negra producía un amplio rango de efectos protectores en intestino, colón y recto e inhibía la formación de tumores. En los ratones apc 1638 la incidencia tumoral se reducía en un 45% y el número de tumores alrededor de un 60%. Los investigadores descubrieron que las frambuesas negras inhibían el desarrollo tumoral al suprimir la proteína betacatenina, que se une al gen apc. El gen apc es un gen supresor de tumores que se inactiva si está unido a la proteína betacatenina. En los ratones muc2, la incidencia tumoral y el número de tumores se reducían en un 50%, las frambuesas negras inhibían el desarrollo tumoral al disminuir la inflamación crónica asociada con la colitis.

Los investigadores indican que dado que las frambuesas negras no sólo previenen el cáncer, sino también la inflamación, también podrían proteger contra otras enfermedades como las cardíacas.

Antes de este estudio se han hecho otros muchos con frambuesas y alimentos parecidos, como las moras de zarza, y en todos se han visto resultados anticancerígenos.

Nosotros ya empleamos las frambuesas antes del 2003 porque habíamos leído artículos similares que probaban sus características antioxidantes, antiangiogénicas, apoptóticas, etc.

Lo que funciona en ratones no es garantía de que funcione en humanos, pero hay estudios en humanos que lo apoyan. Al leer el artículo anterior hemos pensado si la betacatenina estaría también relacionada con el melanoma. Buscamos en Internet y en el artículo “Activación de la vía de wnt/betacatenina en el proceso de carcinogénesis cervical” de Carlos Pérez Plasencia y otros, leemos: “varios reportes han demostrado la activación aberrante de la vía de señalización de wnt en diferentes tumores humanos, incluído el colorectal, gástrico y melanoma.” Por supuesto también en el cervical.

Todo lo anterior nos hace pensar que nuestro descubrimiento pueda funcionar no solo en los lunares y la prevención del melanoma sino también en la prevención de otros tumores.




Vitamina D





El 30 de noviembre de 2010 el Instituto de Medicina de Estados Unidos (IOM) ha dado a conocer el resultado de su análisis de más de 1.000 estudios sobre el calcio y la vitamina D. Sus nuevas recomendaciones sobre ella nos interesan especialmente porque en 2003, además de comer determinados alimentos, también hicimos un estilo de vida que consistía en hacer ejercicio diariamente al aire libre. Es decir, tomábamos el sol (cuando el tiempo lo permitía) moderadamente.

En los últimos años ha sido constante el bombardeo de información sobre los beneficios de la vitamina D y su relación con muchas enfermedades, entre ellas el cáncer. Muchos organismos y personas expertas han comentado que las recomendaciones del IOM de 1997 debían aumentarse a la luz de las últimas investigaciones. Las recomendaciones de 1997 eran:
RDA vitamina D.
200 UI hasta la edad de 50 años
400 UI de 51 a 70 años
600 UI a partir de 71 años

La Sociedad Canadiense de Pediatría recomienda desde 2003 la cantidad de 400 UI de vitamina D en los bebés que se alimentan solamente de leche materna, y 800 UI en los bebés que viven por encima de los 55 grados de latitud norte o con algún factor de riesgo de deficiencia de vitamina D, como piel oscura. Para las madres gestantes o lactantes, recomienda 2000 UI.

Las nuevas recomendaciones del IOM son: 600 UI desde 1 a 70 años y 800 UI para mayores de 70 años. El informe dice que los nuevos valores están basados en mucha más información y estudios de más alta calidad que los que estaban disponibles en 1997.

Basado en un nivel en sangre por encima de 20 nanogramos/ml de 25 (OH)D (calcidiol) concluye que la mayoría de los americanos y canadienses obtienen suficiente cantidad de vitamina D.

Otra sorprendente conclusión es que hay una gran evidencia de la influencia de la vitamina D y el calcio en el desarrollo y mantenimiento de los huesos, pero en relación con otras enfermedades la evidencia es muy pequeña.

El IOM es un organismo serio y no dudamos de que sus conclusiones basadas en el análisis de más de 1.000 estudios son las correctas, pero sí tenemos un montón de dudas:
  • Si hubieran participado en el comité encargado del estudio personas favorables a un aumento de la vitamina D como John Canell o Michael Holick, ¿los trabajos seleccionados y las conclusiones hubieran sido las mismas?

  • Si la cantidad de vitamina D recomendada en 1997 por el IOM era de 200 UI hasta los 50 años y en 2010 se ha multiplicado por tres ¿qué seguridad hay de que sea la correcta y no se vuelva a multiplicar dentro de unos años?

Dado que, como el IOM reconoce, son necesarios más estudios para dilucidar completamente el tema de la vitamina D, creemos que las pruebas in vitro de Zheng Cui con células humanas y cancerosas podrían contribuir a su aclaración. Dice Zheng Cui que “nadie pareció tener la habilidad de matar las células cancerígenas durante los meses de invierno”. Según esto, está claro que algo en el invierno hace que el sistema inmunológico pierda potencia. Se nos ocurre que la vitamina D o las horas de luz pueden ser algunos de los motivos. Creemos que la influencia o no de la vitamina D en estas pruebas se podría averiguar fácilmente con experimentos sencillos como toma de esta vitamina y cambios de residencia durante el invierno de lugares con poca radiación ultravioleta B a lugares tropicales y viceversa. Desconocemos si Zheng Cui ha hecho alguna prueba de este estilo porque no nos contestó a un correo en que se lo preguntábamos.

 Nuestro admirado IOM nos crea un conflicto: confiar en él o en la naturaleza, ante el dilema optamos por la naturaleza. El hombre, como cualquier ser vivo, es un producto de la evolución y está adaptado a su ambiente o en vías de adaptarse. El hombre actual evolucionó en África como una línea independiente de primates desde hace unos siete millones de años. Se cree que tenía la piel blanca y cubierta de pelo (parecida a los chimpancés actuales). Posteriormente, se adaptó a ambientes más secos de sabana, perdió el pelo y su piel se oscureció. Cuando hace unos 100.000 años el hombre de piel negra emigró de África a distintas latitudes y ambientes, empezaron a actuar sobre él las fuerzas de la evolución (las mutaciones y la selección natural) para adaptarlo a su nuevo ambiente.

Está completamente comprobado que el color de la piel está estrechamente relacionado con la latitud. Las fuerzas de la evolución actúan de una forma sutil. En el caso del color de la piel, parece que su resultado es un compromiso entre las ventajas y los inconvenientes. Normalmente, la piel oscura se explicaba como una protección contra los efectos cancerígenos de las altas radiaciones solares y la piel clara como una adaptación a latitudes con escasas radiaciones, para poder absorber más radiación ultravioleta B y evitar así el raquitismo y la osteomalacia. Algunos investigadores piensan que la piel oscura es para proteger el ácido fólico de la destrucción por la radiación (3). Se han dado otras explicaciones y quizá haya efectos desconocidos, pero lo que está claro es que el color de la piel está relacionado con la cantidad de radiación ultravioleta B que puede absorber y con la consiguiente producción de vitamina D. Una piel oscura puede necesitar de 5 a 6 veces más tiempo de exposición al sol para producir la misma cantidad de vitamina D.

Parece lógico pensar que la cantidad de 25 (OH) D de la sangre de las personas sanas que viven al aire libre habitualmente, sea la que necesitan. Esta cantidad es más del doble de lo que considera correcto el IOM. Si fuera necesaria solo la mitad, la piel podría ser más oscura, con la ventaja que proporcionaría más protección contra el cáncer y contra la destrucción del ácido fólico. No se conocen casos de hipercalcemia, ni de piedras en el riñón o daño al páncreas por exposición al sol. La relación entre el cáncer de piel y el abuso del sol está clara, pero una cosa es el abuso y las quemaduras y otra el tomar el sol de forma moderada.

El informe del IOM sobre la vitamina D nos ha creado un gran escepticismo ante cualquier estudio. Como consecuencia, también ante nuestro hallazgo y su valor. Sin embargo, tenemos indicios de que su potencia es grande por la segunda prueba que hicimos en nosotros en 2009. Esperamos que sea parecido en potencia al que realizó James Lindt en 1747.

James Lindt, cirujano de la Marina Inglesa, realizó una prueba que algunos consideran el primer experimento clínico controlado. Escogió a 12 marineros con signos clínicos de escorbuto similares y los dividió en seis grupos de dos marineros cada uno. Además de la alimentación común, suministró a cada grupo un tratamiento diferente. Notó una ligera mejoría en el grupo que había tomado un cuarto de galón de sidra y unos resultados espectaculares en los que habían tomado dos naranjas y un limón diarios, de tal forma que acabaron curados del escorbuto.




Publicó sus resultados en 1753 en el libro “Tratado sobre la naturaleza, las causas y la curación del escorbuto”. Sus resultados tardaron tiempo en ser aceptados. La vitamina C, cuya deficiencia causa el escorbuto, no se descubrió hasta 1928.
Este experimento no creemos que fuera admitido por ninguna revista científica actualmente. Sin embargo, la potencia o eficacia de la vitamina C en la curación del escorbuto era tanta que bastó un sencillo experimento para demostrar el valor curativo de los cítricos.

Conclusión

Tenemos un hecho, la desaparición de los lunares, que consideramos importante en la prevención del melanoma y quizás también de otros cánceres. Conocemos también el conjunto de alimentos y estilo de vida que lo produjo. Se trata de averiguar, en primer lugar, si funciona en otras personas, que es lo fundamental, y en caso que así fuera, cuáles son los elementos de ese conjunto realmente necesarios para que los lunares desaparezcan. Parece bastante improbable que funcionara solo en nosotros.

A pesar del progreso continuo en la lucha contra el cáncer, la frase del catedrático de fisiopatología y propedéutica quirúrgicas de la Universidad Complutense de Madrid, doctor Pedro G. Barreno: “La tasa de mortalidad por cáncer de diferentes órganos – colón, mama, páncreas, próstata o pulmón – que en el momento del diagnóstico ha rebasado las fronteras locales, ajustada a la edad, es prácticamente idéntica a la de hace 50 años” (4) es, en general, cierta. Si tenemos en cuenta esta decepcionante realidad, creemos que cualquier enfoque nuevo debería tenerse en cuenta.

James Watson en un artículo publicado en enero de este año en la revista digital Open Biology y que hemos comentado en este mismo blog (5) afirma practicamente lo mismo: que en la actualidad la mayoría de los cánceres metastásicos no se curan .

Proyectos

Dado que no tenemos mucha confianza en que alguien se interese por nuestra propuesta vamos a empezar a realizar pruebas sencillas.

1. En primer lugar queremos que un dermatólogo nos confirme si tenemos algún lunar. Creemos que no, perouna mancha en la axila y un aparente lunar en la sien izquierda nos crea cierta duda. Creemos que el método actúa sobre los lunares melanocíticos u otras manchas de la piel que tengan mutaciones en sus melanocitos pero no sobre cualquier otra formación que no tenga melanocitos mutados. También creemos que actuaría sobre los melanocitos aislados que tuvieran mutaciones.

2. Hacer pruebas en personas que tengan dermatitis atópica, utilizando alguno de los alimentos que creemos producen el efecto.*

Alguien pensará que somos aprendices de brujo, que la investigación clínica tiene unas fases muy reguladas y que hay que seguir obligatoriamente. Sin embargo nosotros utilizamos alimentos de uso corriente y nadie (creemos) puede decir que estamos haciendo algo incorrecto si, por ejemplo, a una persona con dermatitis atópica le decimos que tome dos cucharadas de mermelada de frambuesa diariamente durante un corto periodo de tiempo.

En principio, y como señalaremos en la segunda parte, lo ideal sería empezar los experimentos partiendo de una dieta y estilo de vida similar al que llevábamos en 2003 o al de la prueba del 2009 para demostrar que el efecto se produce en otras personas. Si es así, como esperamos, en los siguientes experimentos habría que ir eliminando alimentos hasta descubrir los realmente efectivos.

En espera de estudios más formales, haremos pruebas más sencillas añadiendo paulatinamente los alimentos sospechosos a la dieta habitual de cada persona.



* Estas pruebas no las hemos hecho ni las vamos a hacer: La razón es que a finales de 2012 descubrimos que los alimentos que creemos que nos causaron la desaparición de los lunares en el año 2003 tienen efectos secundarios importantes, sobre todo si se combinan con ciertos medicamentos, que comentamos en la tercera parte.   


Bibliografía


3.- G. Jablonski, Nina; Chaplin, George, Evolución del color de la piel humana, Investigación y Ciencia, diciembre 2002.

4.- García Barreno, Pedro, El legado de Hipócrates, Espasa Calpe, S.A., 2008, pág. 311.

5.- http://indagajg.blogspot.com.es/2013/02/reflexiones-sobre-oxidantes.html


6 comentarios:

  1. Muy interesante y muy bien explicado. Estoy deseando ver el resto. Saludos.

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  2. Gracias. Publicaré el siguiente a finales de esta semana.
    Un saludo, Julián

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  3. Hola Julián, por favor me podrias facilitar un detalle de los alimentos permitidos,asi como de habitos de vida saludables que comentas en tu articulo. Muchas gracias y un cordial saludo.

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  4. Hola, rmontero. Gracias por comentar. No entiendo bien lo que preguntas, porque te refieres a alimentos permitidos. Yo únicamente advierto que hay que tener cuidado con ciertos alimentos o hierbas cuando se están tomando medicamentos. Este artículo forma parte de un análisis que hago sobre un suceso que me pasó en el año 2003, la desaparición de la mayoría de mis lunares. No se si has leído los otros cinco post. He descubierto que eso ocurrió porque tomaba mermeladas de frutos del bosque (moras, frambuesas, fresas. cerezas. arándanos stc.) y probablemente porque tenía dermatitis atópica. Desconozco si pudo influir algún otro alimento . Respecto a lo que preguntas de hábitos de vida saludable, aunque no es el tema de estos comentarios, mi idea es simple, dieta variada, con pocas calorías y ejercicio. Evitar las grasas hidrogenadas, que son muy perjudiciales y que sin embargo se siguen utilizando en muchos productos, con el consentimiento de los organismos oficiales. Utilizar productos integrales, en lugar de muy refinados. Comida casera, etc.
    Respecto a la vitamina D, pienso que es mejor tomar el sol habitualmente y con precaución para obtenerla (digamos 10 minutos, más o menos) que obtenerla de suplementos.
    Un saludo, Julián


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    1. Gracias por la respuesta Julián.
      Tengo muchos lunares por todo el cuerpo y la verdad es que me preocupa bastante.
      Me hago revisiones anuales y cuando le pregunto al dermatologo por el origen de los mismos, la respuesta es siempre la misma: el sol y que la piel tiene memoria.
      Bueno, no te molesto más. La única pergunta que quería hacerte es sobre la mermelada. ¿Usabas cualquiera de las que venden en supermercados? ¿Qué cantidad diaria recomiendas?
      Un saludo.

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  5. RMontero, no molestas en absoluto, al contrario. Usaba mermelada de supermercado y alguna vez mermelada de moras casera. Noté el efecto cuando me tomé tres cucharadas colmadas (unos 60 gramos en total). Solían ser variadas (arándanos, moras, frambuesas, fresas, grosellas, cerezas) .
    No puedo hacer recomendaciones porque aunque son alimentos, no quiero que nadie me acuse de interferencia. De todas formas, si has leído mis artículos, habrás visto que creo que funcionó porque tenía dermatitis atópica. Pero esto no está comprobado, por eso mi escrito trata de llamar la atención para que se investigue. Yo creo que es algo muy importante y que merece un poco de atención, pero tiene que ser un organismo sin ánimo de lucro, el que lo haga. Los alimentos no son patentables. Ahora los medicamentos que están consiguiendo algo en el melanoma metástasico, son los inmunólogicos. Yo creo que lo mío también fue una reacción inmunológica.
    Un saludo.

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