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martes, 15 de enero de 2013

Algunas ideas sobre nutrición, salud y longevidad anteriores a los estudios científicos



La búsqueda de la salud, la juventud y la longevidad ha sido un anhelo en todas las épocas y civilizaciones. La falta de los conocimientos apropiados hacía que muchas veces se recurriera a medios mágicos para conseguirlas: fuentes de la eterna juventud, elixires de larga vida , plantas de la inmortalidad, panaceas etc.
 Veamos algunos casos ilustrativos de lo anterior:

Fuentes de la eterna juventud

Se dice que  el descubridor español Juan Ponce de León buscó la fuente de la eterna juventud.
En 1512 se le concedió una capitulación para poder explorar al norte de Puerto Rico, donde se encontraba la isla de Bimini, donde se decía que estaba esa fuente. No encontró la isla, pero en 1512 descubrió La Florida.

Elixires de larga vida

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Como ejemplo de elixires de larga vida podemos señalar el manuscrito que en 1605 el Mariscal d’Estrées entregó a los Monjes de Chartreuse de Vauvert, en París, y que revelaba la fórmula de un Elixir de Larga Vida. Esta fórmula conducirá finalmente a la fabricación del licor conocido como “Elixir Vegetal de la Grande-Chartreuse”, de 71º y más tarde al Chartreuse Verde, que se llamó “Licor de Salud”, de menos graduación que el anterior, 55º. Posteriormente, se produjo otro más suave y dulce, el Chartreuse Amarillo, de 40º.


Dados los conocimientos actuales sobre las propiedades cardiosaludables del consumo de cantidades moderadas de alcohol hay que reconocer que tenían parte de razón, aún sin considerar las posibles influencias de otros ingredientes de la fórmula.
En lo que respecta a sus fabricantes,los cartujos,no beben licores, excepto vino o cerveza, con lo cual su posible longevidad no tendría relación con el Chartreuse.

Plantas de la inmortalidad

La Epopeya de Gilgamés, héroe de la ciudad de Uruk, nos lo presenta angustiado por la muerte y buscando la planta de la vida.
En el Génesis también se habla del árbol de la vida: “Yahveh Elohim hizo germinar del suelo toda suerte de árboles placenteros a la vista y buenos para comer, y asimismo, en medio del vergel, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal”.Génesis 2-9 (1). “Echó, pues, fuera al hombre y apostó al oriente del Jardín de Edén querubines : llameantes espadas, para guardar el camino del árbol de la vida”. Génesis, 3 – 24 (1).

En la Biblia, a pesar de que se consideraba que la salud estaba en manos de Dios, a veces también se utilizaban remedios como la mandrágora, a la que se atribuía la facultad de producir amor y fecundidad. “Salió Rubén al tiempo de la siega del trigo, encontró mandrágoras en el campo y se las trajo a Lía, su madre”. Génesis, 30, 14. (2)

La Biblia considera el llegar a edad avanzada como un don de Dios. En el Salmo 89, 10 dice: “Los días de nuestros años son de suyo setenta años, u ochenta años si se goza de vigor” .  Sin embargo en el Génesis 6, 2 se dice : “Dijo entonces Yahveh: “Mi espíritu no permanecerá siempre en el hombre, pues es pura carne; serán sus días 120 años”.

En la civilización egipcia, a pesar de estar tan volcada en la muerte, algunos escritos demuestran su interés por la vida y su preocupación por el envejecimiento, como en las instrucciones del visir Ptahhotep: “Pasan los años, ha llegado la vejez. Viene la fragilidad, la debilidad crece, uno duerme todo el día, como los niños. Se enturbian los ojos, los oídos ensordecen. Con el cansancio disminuye la fuerza, la boca, silenciada, no habla, el corazón vacío, no recuerda el pasado, duelen los huesos, lo bueno es malo, se ha ido el gusto, lo que los años hacen a la gente, es malo en todos los sentidos".
" Está escrito en los textos del Féretro que " “Aquel que comprenda la vida, vivirá ciento diez años”". Por lo tanto, ciento diez años era la, en cierto modo sorprendente, edad ideal de los egipcios...
Joseph Jansen ha contado en 27 ocasiones que esta edad figura en documentos, lo cual demuestra que era algo corriente en el Antiguo Imperio y que estaba ampliamente aceptado en las XIX y XX dinastías. Un hombre del que se dice alcanzó esta edad, fue el rey Pepi II, de la VI dinastía y, teniendo en cuenta que conocemos acontecimientos ocurridos en el año 94 de su reinado, posiblemente fuese verdad. También se dice que alcanzaron 110 años Ptahhotep, visir del penúltimo gobernante de la V dinastía, Djedkare Iseri y otros dos individuos. Los otros 23 casos sólo se refieren a 110 años como la edad ideal “ (3). Curiosamente esta edad coincide con la que muchos científicos  consideran la longevidad máxima de nuestra especie. Entre ellos tenemos a Roy L. Walford, uno de los practicantes y partidarios de la restricción calórica en humanos como medio para alargar la vida y mejorar la salud.
Hay otros que consideran que son 120 años y otros que fluctúan ligeramente alrededor de estas cifras. En el libro "Amenhotep III" (4) encontramos lo siguiente: “He alcanzado los ochenta años, el rey me halaga con sus favores y pienso llegar a los 110”; inscripción en una estatua de Amenhotep, hijo de Hapu, procedente del templo de Karnak.
El faraón no tuvo la suerte de su visir . Dice Joann Fletcher: “Hacia enero de 1365 a.C., Amenhotep falleció, lo más probable es que lo hiciera de muerte natural, a causa de su edad avanzada, no en vano había vivido con cincuenta años en una época y un contexto donde la esperanza media de vida era de tan sólo unos treinta y cinco años” (4).

No estamos de acuerdo con la opinión de que su muerte fuera natural a causa de su edad. El que la vida media fuera de tan sólo unos treinta y cinco años (que, por lo demás, tampoco se sabe con seguridad) no implica que su muerte fuera natural. En la vida media se consideran todas las muertes (incluidas las de los niños, que probablemente serían muy abundantes, como lo han seguido siendo hasta el siglo XX, en que los progresos de la higiene,sanidad y salubridad pública, medicina y nutrición produjeron una gran revolución que aumentó extraordinariamente la vida media.

Según Arne Egebrech (5) en el análisis de la momia de Amenhotep III se vió que padecía una infección crónica aguda en las encías, debida probablemente al desgaste de las mismas por los restos de piedras blandas en la molienda de los cereales. No se sabe si eso influyó en su muerte. Probablemente tuviera alguna otra enfermedad.

Mucha gente  suele opinar igual que Joann Fletcher, atribuyendo más envejecimiento a gente  de otras épocas de la misma edad que personas actuales. No creemos que esto sea cierto. Por ejemplo, si nos fijamos en el Antiguo Egipto, la vida máxima era muy parecida a la actual como hemos visto en los párrafos anteriores. Además la mayoría de la gente tenía una alimentación variada y no era sedentaria. Su alimentación se basaba en los cereales, la escanda almidonera y la cebada. Con ellos hacían el pan y la cerveza,de consumo habitual, ademas consumían frutas, verduras, hortalizas, legumbres, pescado, aceites y carnes. Los ricos además consumían vino, miel y carne en mayor proporción y probablemente abusaban tanto de la alimentación como de las bebidas. Se ha encontrado en las momias de un 10 a un 20 % con arteriosclerosis.
En la foto se muestra la estatua del visir Hemiunu, el constructor de la Gran Piramide, con clara obesidad.  

Para acabar el post nos vamos a fijar en periodos más recientes en que disponemos de más datos. Por ejemplo, según la OMS en 1825 la esperanza de vida al nacer era de cuarenta y cinco años y en 1975 era de setenta y tres años. Sin embargo, si comparamos la esperanza de vida a edades más altas esta diferencia va disminuyendo:
En 1825 la esperanza de vida a los cuarenta años era de .....…...28
En 1975 la esperanza de vida a los cuarenta años era de .....…...37
En 1825 la esperanza de vida a los sesenta años era de………...16
En 1975 la esperanza de vida a los sesenta años era de...............19
Como vemos la esperanza de vida de un hombre de sesenta años en 1825 era prácticamente la misma que en 1975, sólo tres años de diferencia.

En el caso de del antiguo Egipto la diferencia en esperanza de vida de una persona de 50 ó 60 años sería de modo semejante, de solo unos pocos años menos, lo cual no significa que fueran más viejos, sino que ante una enfermedad mortal (infecciosa, por ejemplo) no había antibióticos para salvarle la vida. Estamos hablando, por supuesto, de una persona sana.

Los datos citados anteriormente de personas que alcanzaron los 110 años, apoyan la idea de que las personas adultas sanas no tenían por qué tener un envejecimiento superior a la época actual. Al menos no disponemos de datos para pensar que su tasa de envejecimiento fuera superior, de tal forma que un hombre de 50 años hubiera llegado ya al límite de desgaste orgánico.

Otra idea moderna la restricción calórica como medio probable de alargar la vida media y máxima y la salud en humanos, se daba como cierta por muchas personas antes de los estudios actuales.
Por ejemplo, Marco Polo (1254 – 1323) en su " Libro de las Maravillas" dice: “Y estos bramanes viven más tiempo que ninguna otra gente del mundo, lo que resulta de comer poco, de beber poco y de la gran abstinencia que hacen. Entre ellos tienen regulares y órdenes de monjes que se llaman cingui, y que viven desde luego más que cualquier otro en el mundo, porque viven de 150 a 200 años. E incluso entonces conservan todavía sus facultades corporales, pueden muy bien ir y venir por donde quieren y hacen muy bien todo el servicio de sus monasterios y de sus ídolos y aunque son viejos, leen tan bien como si fueran jóvenes. Dicen que es a causa de la gran abstinencia que hacen de la comida y de la bebida. Porque toman siempre muy poco alimento pero muy bueno: pan, arroz y leche más que cualquier otra cosa”.
Si dejamos aparte la poco creíble edad de los bramanes, lo que no deja lugar a dudas es la idea que tenía Marco Polo de lo que producía la longevidad: la restricción calórica  y la buena nutrición. O sea lo mismo que actualmente se conoce como CRON por sus siglas en ingles: caloric restriction with optimal nutrition.

El veneciano Luigi Cornaro aconsejado por los médicos llevó a cabo una vida completamente frugal desde los 40 años hasta los 102 en que murió. A él al menos le dio resultado.
Uno que no estaba muy de acuerdo y que le daba mucha importancia a las diferencias individuales fue Jerónimo Benito Feijoo. En su “Teatro crítico universal, tomo 1, discurso 6, Régimen para conservar la salud”, dice:
“Tratemos ahora de la cantidad. En esta materia hallo introducido un error comunísimo; y es, que apenas puede pecar por defecto. Doctos e indoctos casi están de acuerdo, en que tanto mejor para la salud, cuanto más dentro de los términos de lo posible se estrechare la cantidad de comida y bebida: de modo que muchos apenas entienden por esta voz dieta otra cosa que comer, y beber lo menos que se pueda. El noble Veneciano Luis Cornaro, que habiendo sido en su juventud incomodado de varias indisposiciones, reduciéndose después a la estrechísima dieta de tomar diariamente doce onzas de comida, y catorce de bebida, no sólo convaleció perfectamente de sus achaques, pero llegó a vivir más de cien años. En edad muy avanzada escribió un libro, persuadiendo a todos a la vida sobria con su ejemplo; y aunque a muy pocos redujo su escrito a tanta austeridad, a casi todos hizo creer que convenía para alargar la vida y conservar la salud; pero contra toda razón, pues no crió Dios a Cornaro para regla de todos los demás hombres en materia de dieta; ni hubo jamás otro en el mundo que pudiese serlo. El doctísimo Jesuita Leonardo Lesio, que tradujo de Italiano en Latín el Tratado de Cornaro, dejándose persuadir de él, se estrechó a la misma dieta; pero no vivió más de sesenta y nueve años, y esos con hartas incomodidades. A un hombre que comiendo y bebiendo con tanta escasez vivió cien años, o muy pocos más, podríamos oponer un largo catálogo de aquellos, que sin estos escrúpulos en el modo de tratarse, vivieron muchos más años. El temperamento de Luís Cornaro pediría toda esa estrechez, y rarísimo otro se hallará que pueda con ella. Ni aún en el mismo Cornaro consta bastantemente que a su dieta se debiese la convalecencia de las indisposiciones de la juventud; pues ésta pudo nacer de la naturaleza de las mismas indisposiciones: siendo cierto que hay algunas que son más propias de la juventud, y por si mismas se curan entrando en mayor edad".
Otro convencido de la sobriedad era Cervantes. En los consejos de Don Quijote a Sancho le dice: “come poco y cena más poco que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago. Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda secreto, ni cumple palabra”.


Bibliografía


1. CANTERA BURGOS, Francisco y PABÖN SUAREZ DE URBINA; José Manuel, La Santa Bublia, Editorial Planeta, S.A., Barcelona 1967

2. DE AUSEJO, Serafín, La Biblia, Editorial Herder, S,A., Barcelona 1976

3. STROUDAL, Eugen, La vida en el Antiguo Egipto, Ediciones Folio, Barcelona 2005

4. L. WALFORD, Roy, "Eat less, eat better, live longer" , LE Magazine, february 1998

5. FLETCHER, Joann, Amenhotep III. Biografía del Rey Sol de Egipto, Ediciones Folio, Barcelona 2006